sábado, 8 de marzo de 2014

BLASONARIO

 
Explicaba el rey don Alfonso V de Aragón, el magnánimo, a comienzos del siglo XV, que de entre todos sus consejeros los que más le agradaban eran los libros.
Hoy pretendo llamar su atención, improbable lector, sobre un libro que le cautivará. Un libro de heráldica.
Pero no se trata de un manual al uso, con tapas de cuero y hojas bien encuadernadas e ilustradas. No. Tampoco consiste en un texto electrónico que pueda descargarse en su e-book. No. Hoy le propongo un enlace virtual al mejor armorial municipal de estos reinos que forman España.
Armorial municipal completísimo, de factura excelente, bien documentado. Se aloja en la página que el proyecto heráldico de wiki posee en este espacio virtual que llamamos la red.
Agrupado por provincias, podrá tener acceso no sólo a la imagen, sino al blasonamiento de cada uno de los escudos que conforman nuestro elenco heráldico municipal nacional.
Antes de exponer el enlace me permito añadir, a modo de conclusión, tres de los escudos que en un somero vistazo han llamado mi atención:

Hospital de Órbigo: Por sus medievales y gloriosas connotaciones sobre el acontecimiento del Paso Honroso.
Castropadame: debido tanto al propio equilibrio y armonía que desprende, como a su, en apariencia, doble timbre: corona real cerrada y abierta.
Y Camponaraya: como consecuencia de la inclusión de un acabado blasón, incluso con su timbre, dentro de otro blasón.

Concédase un rato de esparcimiento, escoja al azar alguna provincia y disfrute de un rato de verdadero divertimento heráldico.
Para acceder al mismo pulse sobre las palabras que aparecen a continuación: blasonario de corporaciones locales.

viernes, 7 de marzo de 2014

ELECCIÓN DE ARMAS NUEVAS

Declaraba el VI barón de Byron, lord George Gordon Byron, cuyas armas iniciaban estas líneas, que el mejor profeta del futuro es el pasado. Y añado de mi cosecha: el presente también es profético.
La permanente vigencia de nuestra ciencia, la supervivencia de la, en palabras del marqués de la Floresta, expresión de la cultura occidental denominada heráldica se manifiesta, entre otras cosas, en la adopción de nuevos escudos por parte, tanto de particulares, como de instituciones.
Y el futuro de nuestra ciencia está asegurado en tanto que aún continúa la costumbre de elegir nuevas armas, o de perpetuarlas, en toda la cristiandad.
Hoy traigo a la red el blasón que ha escogido para sí mismo un ciudadano chileno, licenciado en medicina, de evidente ascendencia española, que atiende al nombre de don Claudio López Núñez, Señor de los Reales Sanatorios en el reino del Maestrazgo.
Se podrían blasonar de esta forma: 
Don Claudio López Núñez trae por armas un escudo cuartelado. Primero: en campo de gules árbol de oro, siniestrado de un sagrado corazón de plata. Segundo: En campo de plata lobo rampante de sable, con la pata trasera derecha armada de oro, que empuña en sus patas delanteras sendas espadas de oro. Tercero: en campo de plata lobo rampante de sable, con la pata trasera derecha armada de oro, que empuña en su pata delantera derecha tres muletas de oro formando un trículo. Cuarto: en campo de azur nueve rosas de plata.

Y con esto concluyo mi exposición dando paso a las palabras de don Claudio que exponen los motivos de elección de los diferentes esmaltes y figuras:
Estimadísimo Don José Juan:

El significado de las armas que adopté es por cierto personal, pero soy muy honrado y agradecido de que usted desee publicarlas en su blog.

Los cuarteles primero y cuarto poseen un significado religioso: en el primero, el árbol de oro representa la cruz según una antigua oración del viernes santo, el esmalte de gules representa la sangre del sacrificio de Cristo y el Sagrado Corazón recuerda el afecto que profeso por dicha devoción. En el cuarto, el esmalte azur y las rosas de plata recuerdan a la Virgen María según su advocación de Rosa Mística, y son nueve en alusión a mi segundo apellido, patronímico del nombre Nuño que quiere decir el noveno.
Los cuarteles segundo y tercero, aluden a mi primer apellido y mi primer nombre. Los lobos hacen referencia a López como el patronímico de Lope, que quiere decir lobo, y las patas traseras armadas quieren representar que no son las propias, es decir, que son dos lobos cojos: Claudio viene del latín que quiere decir cojo. Tanto las espadas como las tres muletas (que hacen más evidente o “parlante” el blasón en relación a mi primer nombre) representan los apoyos que me han permitido vivir y crecer: Las espadas son la Fe y la Razón, y a las tres muletas yo les doy el significado de la santísima trinidad. De hecho, hace dos años adopté ese símbolo para firmar mis documentos personales y lo nombré con el neologismo de “Trículo”, que viene de tres y de báculo. Aunque es una invención mía, podría decirse que es un lobo rampante de sable con la pierna derecha armada de oro y portando en la diestra un trículo de oro.

Redondeando, los muebles o figuras de plata representan mis devociones, y los de oro, mis símbolos más preciados y queridos. Como lema: Per Crucem, ad Lucem.

Los adornos exteriores se constituyen como: una beca de azur con la insignia de mi universidad, y al timbre un birrete de licenciado (solo la beca es admitida en el protocolo de mi universidad sea cual sea el grado académico obtenido, y el birrete no es de uso acá en Chile, pero es el único símbolo que representa mi actual estatus).

Claudio López Núñez

jueves, 6 de marzo de 2014

RETRATO

Se expuso hace ya mucho tiempo en aquel tedioso blog de heráldica el desarrollo de una de las tardes de tertulia heráldica.
Los protagonistas fueron seis súbditos del rey de España. Buenos amigos que por su calidad humana y el respeto que se profesan aún mantienen la frecuente costumbre de compaginar buenas comidas, sí y bebidas también improbable lector, con conversaciones sobre asuntos relacionados con la heráldica y sus ciencias tangenciales.
Todos ellos poseen la condición de nobles en el ficticio reino del Maestrazgo, menos quien suscribe, que es plebeyo de nacimiento y calidad.
Los integrantes primigenios de la tertulia fueron tres:
- Don José Luis Sampedro Escolar, marqués de Utrera en la comedia del reino del Maestrazgo, quien aporta la necesaria erudición y elevadísimo conocimiento a nuestras charlas. Trae por armas las del solar de Tejada, con escusón de su linaje.
- Don Jose Antonio Vivar del Riego, barón de Sórvigo en la farsa del reino del Maestrazgo, quien con su humor sabe lograr que recordemos las tertulias como un franco divertimento. No ha escogido armas. Las que le hemos atribuido entre todos son las de su población natal, con escusón de la ciudad de su esposa.
- y quien suscribe, que aportar aporta más bien poco.
Al poco tiempo de iniciar las reuniones se unieron tres integrantes, más o menos a la par, que no han cerrado el círculo de miembros dado que cualquier interesado en estos temas nuestros resultará bienvenido. Se trata de los siguientes sujetos:

- Don Ángel Mora Blanco, conde del Real de la Mora en el entremés del reino del Maestrazgo. Artista consumado, emplea su tiempo en la pintura, el dibujo, practicar música con el violín y la búsqueda de datos en los archivos de la capital. Su chispa e ingenio junto con su excelente visión de conjunto sobre quienes habitan estos complejos lares de las ciencias relacionadas con la heráldica trasmite al conjunto una imprescindible perspectiva.
- El señor de Sabiote en el teatro del reino del Maestrazgo, don Juan Fernández Molina. Extraordinario dibujante heráldico que nos regala sus agudezas y sabios consejos y cuyas distinguidas armas son las que aparecen a continuación, creadas y dibujadas por él mismo:
- Y el reverendo padre don Miguel Ángel García de Arteaga, que es monseñor en el circo del reino del Maestrazgo, quien nos aporta la necesaria corrección en el trato y su ingente sabiduría sobre costumbres y usos eclesiásticos. Trae por armas, de su entera elección, las que se representan en el dibujo siguiente:
Tan egregios personajes, con los que reunirse y pasarlo bien es todo uno, han quedado retratados para la posteridad, es lo que hoy pretendía exponer, por la docta mano de uno de ellos: don Ángel Mora Blanco.
La caricatura, en la que se puede leer más información que la que en apariencia se extrae de un somero vistazo, resume tanto la capacidad artística del conde del Real de la Mora, como el buen trato y sabia conversación que une al grupo.

miércoles, 5 de marzo de 2014

DUDA

Ayer, y los días anteriores, me permití corregir. Seguro que sin mucho acierto. Hoy no, hoy pretendo únicamente provocar duda.
Nuestra ciencia mantiene aún el luto provocado por la reciente pérdida, el pasado septiembre, de uno de nuestros grandes. Un verdadero Gran Heraldista. Me refiero al VIII conde de Casa Dávalos, don Martín de Riquer y Morera. Grande de España desde 2005 por mano de nuestro actual monarca.
Participó en la contienda civil en el bando ganador encuadrado como oficial del tercio carlista Montserrat.
Catedrático universitario, autor de muy extensa obra literaria, académico de la lengua desde 1965, centró parte de sus esfuerzos intelectuales en materia heráldica.
Una de sus obras, Heráldica castellana en tiempos de los reyes católicos, de 1986, expone el asunto al que hoy quiero atraer su atención. En el propio prólogo del libro expone la carencia que para el estudio de la heráldica de aquel tiempo supone el recurso únicamente a una parte muy determinada de las fuentes: las obras de don Garci Alonso de Torres y las de Steve Tamborino.
Añade además en el propio prólogo, que ilustrará diferentes aspectos que vaya tratando a lo largo del texto con los dibujos que Tamborino realizó en los dos armoriales por los que hoy es conocido entre nosotros, los aficionados a esta ciencia.
Steve Tamborino, seguro que ya lo conoce pero añado un par de líneas sobre el personaje, nació en Francia en el entorno del año 1445, aunque de padres catalanes. Su verdadero nombre fue Steve Steve. No, no es errata. Efectivamente su nombre de pila era Steve, Esteban en castellano, y su apellido idéntico.
Habiendo participado en varias batallas contra Francia, como súbdito del rey de Aragón don Juan II, 
tomó el apellido Tamborino, tamborilero en castellano, toda vez que esa fue su función en el ejército real.
Su producción heráldica, que abarca dos armoriales, se ilustra con la pericia de un artista desconocido, gran conocedor de nuestra ciencia. Tamborino desarrolló la producción de estos libros cuando frisaba la nada despreciable edad, especialmente para aquella época, de setenta años.
Hoy me centraré en un aspecto muy concreto, supongo que basado en un dibujo que ordenó realizar Tamborino y que el maestro Riquer utilizó como ilustración de su obra sobre heráldica castellana, sembrando una duda.
Al tratar el conde de Casa Dávalos las particiones denominadas franco cuartel y cantón de honor, expone efectivamente su situación más o menos coincidente, en proporción menor, con el primero de los fraccionamientos de un escudo cuartelado. Significando que se trata habitualmente del espacio reservado a un aumento de honor otorgado por monarca.
Pero la ilustración exhibe un diseño que no es el cuadrangular habitual. No. Por el contrario toma la forma de la propia boca del escudo. Se trata de la imagen que sigue:
Si, como se exponía ayer mismo, se debe recurrir en nuestra ciencia, (como en todo realmente) a la sabiduría de los clásicos, ¿debemos considerar más correcta la representación expuesta del franco cuartel que la habitual?
Dejo sembrada la duda.

martes, 4 de marzo de 2014

CORREGIR

Mi hijo Arturo sí que ha accedido a enfrentarse a la prueba y resultó muy inteligente.
Yo no me he atrevido. Me tengo por listo y sé que me llevaré una gran decepción cuando los test no lo corroboren.
Efectivamente, improbable lector, me refiero al examen de inteligencia que determina el cociente (según me han explicado se dice cociente, no coeficiente, porque realmente el resultado se expresa en forma de división) intelectual.
Como me tengo por listo, aunque he de reconocer que mi expediente académico dice lo contrario, me permito corregir. Resulta expuesto, porque siendo notablemente ignorante, me puedo encontrar con argumentos que desdigan lo que defiendo.
Las dos entradas inmediatamente anteriores censuraban la representación arbórea que no fuera enteramente de sinople. Y hoy vuelvo a reprender.
La manifestación pictórica de nuestra ciencia ha preferido, casi exigido, que se recurra a los modelos más arcaicos de los elementos que habiten un blasón.
Así lo pontificó el maestro de Cadenas en su indispensable Fundamentos de heráldica. La ciencia del blasón al exponer que las figuras se debían representar recurriendo a sus modelos más antiguos.
Pero no solamente debemos atender a la antigüedad en los muebles, que tiene cierto sentido, sino a recurrir a lo arcaico en nuestra propia lengua heráldica.
Así, aunque la vigencia, la permanente actualidad de la heráldica, se materialice en la perenne inclusión de elementos contemporáneos, debemos mantener la escucha y atender a quienes escribieron sobre nuestra ciencia en sus orígenes.
Don Garci Alonso de Torres fue rey de armas del rey don Fernando II de Aragón y V de Castilla, el católico, con la heraldía de Aragón.
A caballo entre los siglos XV y XVI, su vida, bastante itinerante, surgió en Sahagún, del reino de León, de donde fue nombrado regidor. Viajó por las cortes de Inglaterra, Francia, Borgoña y Flandes, donde pudo intercambiar conocimientos con los oficiales de armas de aquellos reinos, alcanzando un muy destacado conocimiento heráldico.
Su obra literaria aportó a la posteridad tres libros: Blasón d´armas, Blasón y recogimiento de armas y Blasón de armas abreviado.
Basándome en la idea expuesta más arriba sobre el acierto del recurso a lo más arcaico, a lo más antiguo, especialmente al tratarse de un reconocido sabio de nuestra ciencia, hoy pretendo llamar su atención, improbable lector, sobre un aspecto muy determinado que don Garci abordó en sus obras: la forma exacta de blasonar un mantelado.
No tengo la menor duda: si tiene la deferencia de leer estas líneas es usted, improbable lector, un conocedor de la forma de comunicación estrictamente heráldica, de la lingua blasona. En nuestra jerga, la forma de blasonar un escudo mantelado suele establecer tres cuarteles considerando el tercero, aquel que ocupa la parte inferior del escudo, como el mantel.
Pero, como exponía al inicio, creo que debo corregir. No es correcto ese blasonamiento. Siguiendo a don Garci Alonso de Torres la forma correcta es considerar el mantel, las enmanteladuras según sus propias palabras, los dos cuarteles superiores.
El más conocido ejemplo quizá sea el de los Enríquez, almirantes de Castilla. Su descripción heráldica correcta sería:
Mantelado. En campo de gules castillo de oro, con dos enmanteladuras de plata con leones de púrpura.
O bien, y con esto ya termino de aburrirle improbable lector, si los manteles fueran diferentes como en el dibujo que sigue, definiendo cada uno de ellos:

Mantelado. De oro pleno, con el primer mantel de gules, y el segundo de azur.