sábado, 18 de enero de 2014

CUESTIÓN

Desde el otro lado del mar remite unas líneas solicitando ayuda don Rolando Julio José Yñigo, vizconde del Real Estandarte en el reino del Maestrazgo, en relación a las armas de un virrey del Imperio.
Estimado José:

He encontrado una imagen en donde aparece un escudo, el escudo pertenece a Juan Vicente de Güemes Pacheco de Padilla Horcasitas y Aguayo, LII Virrey de Nueva España, II Conde de Revillagigedo, Caballero Gran Cruz de Carlos III, Caballero de Calatrava, etc... 
¿Conoces alguna otra representación donde aparezca el escudo o su blasonamiento?

Saludos
Rolando Julio José Yñigo

viernes, 17 de enero de 2014

RECOMENDACIÓN

La fiebre no me ha impedido intentar poner orden en la carpeta que desde hace ya bastantes años me acompaña en los varios ordenadores de escasa vida que se han ido sucediendo. Carpeta que posee el nombre de Heráldica.
Al inicio del día la carpeta contenía seis mil doscientos archivos. ¡Seis mil doscientos! Ahora no pasan de trescientos.
Reflexionando mientras eliminaba ficheros me he dado cuenta de que desde hace años me he convertido en coleccionista. Coleccionista de imágenes y textos relacionados con la heráldica. Sin mucho afán discriminatorio, pero sí acumulativo.
Y pasado el tiempo… sí, sigo siendo coleccionista porque me gusta almacenar y contemplar escudos… pero ya he alcanzado la categoría de coleccionista veterano: solo me cautivan o la elevadísima calidad o la extrema rareza.
Hoy le recuerdo, improbable lector, la existencia de una página que reúne en su conjunto ambas categorías.
Opuestamente a los usos que gastamos el común de los que habitamos el ruedo heráldico, su autor mantiene el más absoluto anonimato, no busca reconocimiento, ni pretende una fama que la comunidad heráldica en conjunto juzgaría como absolutamente merecida.
Un ejemplo para todos.
Ya conoce el enlace, improbable lector: 

jueves, 16 de enero de 2014

USOS Y COSTUMBRES

Me explicaba un compañero de armas, mientras disfrutábamos de la agresiva hospitalidad Afgana, la paradoja que suponía que siendo más de cincuenta militares allí destacados perfectamente uniformados, podíamos distinguirnos unos de otros, aún sin apreciar el rostro, porque nuestro uniforme era multiforme. Cada uno añadía algún detalle que lo hacía inconfundible.
Estos reinos que se llaman España mantienen sus usos propios. Y está bien que nos diferenciemos. La excesiva uniformidad genera aburrimiento.
Llevo padeciendo ya desde hace tres días un proceso gripal acompañado de fiebre que me mantiene agotado, aunque por supuesto sigo trabajando. Ahora la posibilidad de solicitar una baja por enfermedad no existe dado que el sueldo se ve aún más mermado. Quizá lo óptimo del asunto es que con los camaradas de trabajo ya se comparten hasta las enfermedades: el compañerismo alzado a una posición digna.
No tengo fuerzas para otra cosa: hoy me propongo aburrirle, improbable lector, con pocas imágenes. Imágenes que muestran costumbres de otros reinos de la cristiandad.
Las que preceden a estas palabras son las armas de la afamada y belicosa primera ministra Thatcher, creada baronesa por su reina. En la fotografía que sigue aparece ataviada con el uniforme de la orden de la Jarretera.
Imagínese improbable lector, a algún antiguo jefe del gobierno de España luciendo el hábito del toisón,
o de la orden de Carlos III
al acudir a alguna ceremonia pública. La indignación nacional aupada por los medios de comunicación sería memorable.
La instantánea que sigue muestra la ceremonia de apertura del curso parlamentario en Inglaterra. La soberana acude a la cámara de los lores, la cámara alta.
En nuestra nación, el Senado se componía hasta el reinado del abuelo de don Juan Carlos por los grandes de España. 
Sopese la reacción social improbable lector, si el rey solamente acudiera a la cámara de nobles y no pisara el congreso de los diputados. 
Y que quien le recibiera al acudir fuera un duque, acompañado de reyes de armas.
En la ceremonia de entronización del actual monarca de Holanda, y con esto ya concluyo, ataviado con la capa que indicaba su alta función,
se hizo acompañar de dos reyes de armas: un antiguo astronauta
y un general

aquí somos más de ataviar a ujieres con las ropas de los antiguos maceros.
Mantenemos nuestras costumbres propias.

miércoles, 15 de enero de 2014

IMÁGENES HERÁLDICAS

Imagino que no soy el único al que le sucede. Voy almacenando fotografías que encuentro en la red relacionadas con la heráldica en general, en ocasiones de forma muy tangencial, y después olvido que quería comentar algún detalle, algún aspecto que aparecía en la instantánea. Así que hoy, improbable lector, rescataré algunas y se las iré mostrando. Vamos allá:
Desde el fallecimiento en 2005 de don Vicente de Cadenas y Vicent, cuyas armas fueron las que siguen,
en estos reinos que se llaman en conjunto España no se acredita rey de armas alguno de forma explícitamente  legal. Pero es posible registrar armerías: 

El marqués de la Floresta y vizconde de Ayala en el reino de España, conde del Beneplácito Heráldico en el reino del Maestrazgo, timbra su papel para certificaciones de armas particulares con un sello que rodea la señal del castillo con la leyenda “Castilla rey de armas”,
Aunque su validez no es aceptada por el conjunto de la comunidad heráldica.
El maestro de Montells de la misma forma, certifica armerías particulares en su calidad de juez de armas del priorato de España de la orden de san Lázaro.


Incluso ha añadido  a su distinguido blasón la corona de rey de armas y los bastones de su oficio heráldico.
Corona de rey de armas que el excepcional dibujante heráldico don Carlos Navarro Gazapo ha añadido igualmente a las del afamado heraldista hispano-francés don Pierre de Losada en un soberbio diseño.
Corona que me he apresurado a añadir a mis propias armas, no vaya a ser que alguna autoridad soberana me sorprenda con el nombramiento y no me encuentre preparado para tal eventualidad. (Evidentemente es una nota de humor).
El citado más arriba don Vicente de Cadenas certificó las armas del conde del Real de la Mora en el reino del Maestrazgo, don Ángel Mora Blanco.
Armas que se blasonaron en su día en aquel tedioso blog de heráldica y que guardan un parecido razonable con las que he rescatado de la red de un caballero de la orden de Malta, católico a pesar de ser súbdito de la reina de Inglaterra,
que se certificaron a través del colegio heráldico de aquel reino.
Esa orden de Malta que acabo de citar es, salvo mejor noticia, el único caso de Estado extraterritorial.  El palacio que ocupan en Roma, espacio exiguo verdaderamente perteneciente a un país extranjero dentro de la ciudad,
atesora una importante colección de armerías expuestas en uno de sus muros cuya imagen se pospone a estas líneas.
En cualquier caso, a pesar del panorama expuesto ayer mismo en nuestra Iglesia, todavía los obispos gastan armas. Uno de los más cercanos a las personas de los dos papas actuales, el emérito y el reinante, monseñor Gaenswein, que ocupa el puesto de prelado de la casa pontificia, mantiene la tradición multisecular de partir las armas del papa al que sirve con las suyas propias. Así ha ostentado, por orden, las que siguen:
El cardenal Lanza di Montezemolo, quien dispusiera la mitra timbrando las armas de Benedicto XVI propuso, hace ya algunos meses, las nuevas que debería adoptar siendo emérito. Retiraba el ornamento exterior de las llaves puestas en aspa, para añadirlas al interior de la boca del escudo en un jefe de gules.
Otro escudo episcopal ha llamado recientemente mi atención. 
El que eligiera el prelado del que fuera imperio del Brasil don Antonio Rossi Keller.
Armas que son totalmente coincidentes con las que identifican al brazo sacerdotal de la prelatura del Opus del Único.
Y volviendo al asunto de las corporaciones nobiliarias, qué es a fin de cuentas la orden de Malta sino una agrupación de privilegiados, expongo a continuación, y con esto ya concluyo, algunas imágenes de uno de los recientes capítulos de la orden de Infanzones de Yllescas.




Efectivamente, improbable lector, se ha utilizado en la sala capitular la ornamentación basada en la heráldica de sus miembros. Un acierto. Con regusto arcaico.