Estimadísimo Don José Juan:
Lo saludo con mucha alegría desde la ex Capitanía General de
Chile, desde la ciudad de Santiago del Nuevo Extremo, ya cursando actualmente
mi internado de cirugía, ya habiendo aprobado con dolores de parto el de
ginecología.
Le escribo por una duda que me asaltó hace unos días: bien aprendí que la heráldica es ciencia y arte, sé por lo tanto que diseños y tonos de esmaltes, así también de la plata y el oro, hay como artistas heráldicos haya. Así las cosas, siempre me he preguntado: ¿en la representación de los muebles, qué es lo más propiamente heráldico, dibujarlos de forma plana o en 3D?
Le escribo por una duda que me asaltó hace unos días: bien aprendí que la heráldica es ciencia y arte, sé por lo tanto que diseños y tonos de esmaltes, así también de la plata y el oro, hay como artistas heráldicos haya. Así las cosas, siempre me he preguntado: ¿en la representación de los muebles, qué es lo más propiamente heráldico, dibujarlos de forma plana o en 3D?
Un abrazo fraterno.
Claudio López Núñez
Señor de los Reales Sanatorios
Vaya por delante mi más sincera enhorabuena
por haber superado su especialidad de ginecología y mi ánimo para esa nueva
etapa de cirugía. Como le habré expresado en alguna ocasión, trabajo en el
hospital militar de Madrid, aunque en labores de nóminas y de facturación, pero
convivo a diario con mis compañeros médicos y sé bien que estudian con
intensidad.
Le agradezco mucho, don Claudio, que confíe en mí para plantearme la duda que le asalta. En realidad, le aclaro, no soy experto en heráldica, ni mucho menos. A mí lo que me gusta es escribir por el puro placer de hacerlo. En cualquier caso, entro al asunto directamente:
efectivamente, la heráldica primigenia, que únicamente pretendía servir de identificador, no buscaba dibujos muy bien acabados. Al contrario, sabiendo que el arma defensiva sufriría los desperfectos propios del combate no se requeriría de un artista consumado para disponer los muebles o las piezas que definieran al poseedor del escudo, sino que cualquier sirviente pintaría con mayor o menor fortuna un motivo que identificara al poseedor de esa arma.
Le agradezco mucho, don Claudio, que confíe en mí para plantearme la duda que le asalta. En realidad, le aclaro, no soy experto en heráldica, ni mucho menos. A mí lo que me gusta es escribir por el puro placer de hacerlo. En cualquier caso, entro al asunto directamente:
efectivamente, la heráldica primigenia, que únicamente pretendía servir de identificador, no buscaba dibujos muy bien acabados. Al contrario, sabiendo que el arma defensiva sufriría los desperfectos propios del combate no se requeriría de un artista consumado para disponer los muebles o las piezas que definieran al poseedor del escudo, sino que cualquier sirviente pintaría con mayor o menor fortuna un motivo que identificara al poseedor de esa arma.
Aún durante siglos, al convertirse las
señales heráldicas en manifestaciones de identificación a todos los niveles
sociales a través de los sellos, se resolvieron los motivos heráldicos sin
atender a la perfección en el dibujo, buscando más un motivo original que
individualizara del resto.
Pero ya en el siglo XV, los escudos
defensivos dejaron de usarse en el campo de batalla a consecuencia de la
evolución de las técnicas de combate y
pasaron a convertirse en manifestaciones de gloriosos hechos pasados.
Esta circunstancia se materializó en la pérdida de simpleza, en el embarullamiento
en infinidad de cuarteles y en la creación de fábulas en torno al origen de los
motivos exhibidos en las armerías. Y la sociedad entera, siguiendo ese
mecanismo atávico que nos impulsa a copiar lo que hacen los poderosos, actuó de
igual forma.
Se buscó entonces un mayor perfeccionamiento.
Dado que servirían de vanagloria, los dibujos perdieron la frescura casi
infantil que les caracterizaba primitivamente pasando a convertirse en verdaderas obras de
arte, admitiendo desde entonces la perspectiva en las piezas y figuras que hoy
conocemos, en detrimento del original
trazado plano que presentó la heráldica primigenia.
A día de hoy, tanto entre los diseñadores,
como entre los propios receptores de nuevos escudos se busca un retorno a la
etapa inicial del proceso de evolución de la ciencia heráldica. Así, es difícil
advertir nuevos escudos que recurran al enmarañamiento que suponen las
múltiples particiones. Al contrario, la heráldica ha regresado al origen y se
prefieren figuras simples.
Y contestando realmente al
asunto acerca de la validez de la perspectiva que imprimen a sus dibujos los
más afamados y actuales artistas heráldicos, a través de la adición de colores
o de la degradación de los existentes sobre las figuras, mi opinión es
favorable. Tampoco es que mi juicio sea trascendente, ignorante como soy de
estas materias.
Creo que es admisible esa, no diré
perspectiva, profundidad que imprimen a sus composiciones heráldicas los maestros
dibujantes. Vivimos en la era de la estética de la imagen. Esa imagen es hoy
cuidadísima, especialmente en el ámbito comercial, en la publicidad.
Acostumbrados como estamos en consecuencia a observar permanentemente logos, imágenes
comerciales que abundan en detalles de tridimensionalidad es casi inevitable
que se busquen de la misma forma en las figuras heráldicas. Y, ya concluyo, excelentes ejemplos nos regalan permanentemente los maestros de nuestro arte.
Muchas gracias por su consulta.
(Las imágenes que adornan la entrada de hoy las he extraído del enlace que sigue: Heráldica3D)