sábado, 13 de septiembre de 2014

SÁBADO: IMÁGENES

El asunto es simple, pero yo soy muy capaz de complicarlo. La idea es esta:

Mi experiencia me dice que: con la familia hay que ser familiar, en el trabajo trabajador, en la ciudad buen ciudadano y con los amigos… no, no hay que ser amigo, hay que ser divertido.
Si todos pensáramos igual, si todos nos comportáramos de la misma forma, si todos actuáramos de forma análoga, nuestro paso por la superficie emergida de este planeta sería insufrible. ¿De qué hablaríamos si todos opináramos y procediéramos de igual forma? La vida sería bastante insulsa.
Doña Carmen Posadas, novelista ganadora del Planeta que, por supuesto (es que es mujer) no es académica, explicaba en uno de sus artículos del semanal de ABC la cuestión: recibimos grandes decepciones de los amigos, de esos a los que consideramos amigos. La culpa proviene de la idealización de la amistad. Y es que los amigos no son todos iguales. Claro, son personas y cada uno se comporta y opina de forma diferente. Incluso un mismo individuo, fruto de la lógica evolución de pensamiento, se comportará de forma diferente a lo largo del tiempo.
Y ahí radica el nudo de la cuestión. No puede esperarse de todos los amigos lo mismo. Los tendremos generosos, de los que esperaremos esplendidez, aunque probablemente sean unos aburridos y cansen a las propias ovejas. También contaremos con amistades que sean capaces de animar un velatorio (y no digamos una fiesta), pero quizá no se pueda esperar de ellos un consejo necesario porque no sean reflexivos. De la misma forma existirán personas inteligentes a las que recurrir para solventar alguna cuestión, pero que se comporten extrañamente en sociedad y no podamos mezclar con otras amistades… en fin, la lista sería exhaustiva.
De ahí nuestras decepciones con las amistades. No puede esperarse que todos se comporten igual. De cada uno habrá que reclamar una cosa diferente y todos en su conjunto serán amigos. Pero habrá que dirigir las necesidades atendiendo a las capacidades y comportamientos de cada uno de ellos.
No obstante la sabia opinión de doña Carmen Posadas, yo añadiría un colofón y ya concluyo. Si su placer, improbable lector, consiste en ser invitado, requerido, convocado ante cualquier circunstancia por sus amistades. Si desea que sus amigos se acuerden de usted siempre, lo tiene fácil: sea divertido. Sí, no hay otra forma. La imagen de hoy sábado, que se me olvidaba: