domingo, 16 de marzo de 2014

REGISTRO

 
No acredita nobleza la posesión de armas en estos reinos que hoy son España. Por el contrario, ha sido costumbre inmemorial que los súbditos del rey, sin reparar en su calidad nobiliaria, posean sus propias armerías que los signifiquen.
Además de vía de identificación individual, un blasón debidamente registrado sirve en España, conforme a costumbre inmemorial, para establecer la pertenencia a una familia, a un linaje, es decir al conjunto de los descendientes de quien eligió aquellas armas.
Proponía ayer mismo, improbable lector, que si se había decidido a escoger armas nuevas que lo representen, que lo signifiquen, (sin duda una de las más sabias decisiones que adoptará a lo largo de su vida), debería optar por formalizarlas ante un registro: el que custodia el marqués de la Floresta, que en su calidad de cronista de armas de Castilla y León ostenta la facultad pública para extender certificaciones heráldicas.
Es verdad que quienes hasta recientes fechas fueron reyes de armas no concedieron difusión a sus registros y archivos. Pero, dado el avance tecnológico en comunicación informática, hoy me permitiré lanzar una sugerencia: quizá debería el marqués de la Floresta promover la publicación, en alguna página institucional del gobierno de Castilla y León dado su carácter público, de su registro de adopción de armerías.